(Por Miguel Rettore – Dirigente de la U.C.R.)
Si Uds. me preguntan si coincido ideológicamente con este Gobierno Nacional respondería que estoy en las antípodas, como todos los que nos formamos políticamente en el radicalismo de los años 80.
Pero estos 40 años de democracia deben hacernos reflexionar. En la mayoría de este tiempo hubo gobiernos «progresistas», como nos gustaba llamarlos, salvo dos interregnos de tiempo que se dieron en los años 90 de Menem y en el último gobierno de Cambiemos.
Este tiempo histórico nos muestra una cruda realidad, hemos fracasado a la hora de gobernar. Nuestra visión progresista del estado y de la sociedad no resolvió ninguno de los problemas de los argentinos y la dirigencia política no hemos estado a la altura de las circunstancias porque año tras año se ha ido degradando las condiciones de vida de los argentinos, la inflación es un flagelo cada vez más creciente, la inseguridad no tiene solución, hay una profunda grieta entre la política y la gente lo que virtualmente ha roto el contrato con la sociedad que desde hace varios años viene pidiendo a gritos un cambio de rumbo en la Argentina.
Personalmente y el sector interno que represento, dimos nuestra última batalla ideológica en el año 2.015 cuando no aceptamos la alianza que hizo nuestro partido con el PRO y lo enfrentamos electoralmente desde el Frente Amplio –UNEN que traíamos como construcción hasta ese momento, sabiendo de antemano que sólo era una quijotada idealista y Cambiemos representó ampliamente ese cambio que la gente reclamaba. Lamentablemente errores del gobierno de Macri motivaron la vuelta del kirchnerismo en su versión más aguda.
Dos ejemplos de muestra, de los muchos que hay: hemos visto como en nombre del progresismo y tras la decisión de estatizar nuevamente el sistema previsional, cosa que en su momento aplaudimos, perversamente se vetó la Ley del 82% móvil para los jubilados nacionales que había sancionado el Congreso Nacional y se dilapidaron los fondos de las AFJP en un populismo exacerbado como todo lo hecho en el gobierno de Cristina Kirchner; o la irresponsabilidad que hizo el Ministro Candidato Sergio Massa que utilizó todos los resortes del gobierno y como gran populista dilapidó el futuro económico del País en su sueño presidenciable y sus ansias de poder.
Hace algunos años tuvimos una charla con quien hoy es nuestro Gobernador Rogelio Frigerio, con el cual coincidimos que el mal estado de nuestro país y la demanda creciente de la sociedad argentina no nos daba margen para esa discusión ideológica que estaba pendiente y que debíamos juntarnos los que pensábamos que había que dar una vuelta de página y representar los anhelos de la sociedad dejando de lado las cosas que nos diferenciaban y con mucho sentido común pivotear en las cosas que coincidíamos, lo que así hicimos, y hoy Frigerio, en los primeros treinta días de su gobierno y con mucha convicción ha tomado decisiones que ponen un rumbo de honestidad, coherencia y austeridad en nuestra provincia.
En el orden nacional tenemos un Presidente que, nos guste o no nos guste, está haciendo lo que en campaña anticipó que iba a hacer y tuvo el acompañamiento del 56% de la sociedad argentina.
Sus medidas de gobierno son controvertidas, quizás nunca vimos un cambio de rumbo planteado tan crudamente y es probable que a muchos nos cueste digerir tanto liberalismo explícito, pero ante el fracaso nuestro de tantos años por lo menos se necesita que la oposición sea colaborativa y no ponga palos en la rueda, o por lo menos aporte con su silencio y pasividad, porque del éxito de ese programa de gobierno depende el futuro de 47 millones de habitantes que esperan vivir en un país previsible, seguro y sin corrupción.
En lo que concierne a la dirigencia política, debemos bregar para que nuestros legisladores, Gobernadores, Intendentes y demás militantes y adherentes, defendamos la república, la división de poderes, las garantías constitucionales y todo aquello que represente el bienestar de nuestros pueblos y la gobernabilidad de nuestras provincias y ciudades.
Es tiempo que sinceramente hagamos nuestra autocrítica.
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